¿Nuestra libertad está siendo encarcelada?

En el post de ayer, comenté sobre un supuesto futuro digital, cuando hablé de él estaba parafraseando a Richard Stallman en un breve ensayo titulado “El Derecho a la Lectura”, este ensayo es un breve relato de ficción que narra la historia de dos jóvenes universitarios en una sociedad en la que la libertad no existe porque el control de las tecnologías es tal, que todos los estudiantes tienen que pagar licencias por los artículos o libros que leen y por las tecnologías que usan. La computadora de la protagonista se descompone y este simple suceso pone en un dilema ético, moral y amoroso a los protagonistas pues el protagonista está enamorado de ella, sin embargo prestarle su computadora podría significar la expulsión para ambos e incluso la cárcel.

Este universo “orweliano” está cada vez más presente en nuestras vidas, ¿no me creen?, levanten la mano los que traigan en este momento una computadora, muy bien, ahora ¿qué sistema operativo tienen? (algunos responderán que Windows XP, otros más Vista, quizás algunos Windows 7 y otros más Mac OS) ok, ¿alguno de ustedes se había dado cuenta de que hay cosas que no pueden hacer con sus computadoras? ¿a qué me refiero? Pues bien, cuando ustedes compraron su computadora o cuando han instalado un programa nuevo, la primera pantalla que vemos, antes de poder hacer cualquier cosa es una pantalla en la que aparece una cosa llamada licencia o contrato de licencia, ¿alguien las ha leído completas? ¿no?; ¿alguien ha leído alguna parte de ellas? ¿tampoco?; bueno, pues no se sientan mal, la mayoría de las personas no lo hacemos, sin embargo si alguna vez leyeran lo que dicen quizás no quedarían tan contentos con lo que acaban de comprar.

La verdad es que estos contratos de licencias son una serie de corolarios de la prohibición, son listas que nos dicen generalmente lo que no podemos hacer con nuestro programa o sistema Operativo, las restricciones más comunes son:

La no copia;

La no modificación y sobre todo;

La no distribución.

Bueno, con la anterior tal vez ustedes piensen “¿y eso qué? ¿en qué me afecta?, pues en muchas cosas, otra vez los llevaré al mundo de la imaginación, imaginen que un día se encuentran con un buen amigo, éste buen amigo se ve un poco preocupado, generalmente es una persona relajada y alegre, pero ese día en particular no se ve muy bien, ustedes también como buenos amigos que son, le preguntarán qué es lo que le pasa, su amigo entonces comienza.

Les dice que como están en exámenes finales tiene que hacer muchos trabajos, pero hay uno en especial que lo estresa, tiene que hacer un mapa conceptual pero él es muy malo haciéndolos y necesita de algo que le ayude.

En ese momento y por obra y magia de la casualidad, resulta que ustedes conocen y tienen un programa de computadora que hace mapas conceptuales, es muy sencillo de usar y además hace cuadros impresionantes con lo que su trabajo se reduciría a redactar lo que hay en cada cuadro del mapa.

Si son buenos amigos seguramente ustedes le prestarán el disco de instalación o le quemaran una copia del mismo.

En esta escena que podría parecer de lo más ingenua, intrascendente o importante, fuimos testigos de por lo menos dos delitos, qué, ¿no los vieron?, la verdad es que yo tampoco, lo único que vimos fue una buena acción de un buen amigo, sin embargo para la empresa que desarrolló ese programa y en general para “la Industria” de contenidos, sí hubo actos “delictivos” el primero fue el préstamo o regalo de dicho programa, como les mencioné antes las licencias en el software especifican especialmente la no distribución del software a terceros, el segundo delito, si resulta que ustedes le quemaron una copia del disco de instalación a su amigo, es doblemente grave, pues no sólo copiaron sino que además distribuyeron software que estaba protegido por de derechos de autor, las licencias también especifican que no se deben copiar sus programas; por último, tal vez el programa sea un poco caro y aunque ustedes son buenos amigos, necesitan aunque sea la cuota de recuperación del disco con el que lo van a quemar, eso para los titulares de la licencia se llama piratería y es un delito bastante grave, pero aún no lo abordaré. Ahora bien todo esto sólo por un simple programa de computadoras.

El final de la historia todos lo conocen de sobra, tanto a ustedes como a su amigo literalmente les valió la licencia, su amigo instaló el programa en su computadora hizo sus cuadros sacó un 10 en esa materia y como era muy buen estudiante (llevaba promedio de 10 absoluto, ganó la Gabino Barreda jaja) pues bueno regresemos del mundo imaginario, recuerdan las leyes y acuerdos que les mencioné ayer, entre sus cláusulas incluyen la creación de penas más severas para los infractores de licencias como las que traen los programas, estas penas pueden ser económicas o pueden incluir la supresión de servicios, pero incluso pueden llevarlos a las cárceles, entonces ¿qué estamos viendo?, que el compartir dejó de ser bueno.

No sé a ustedes pero a mí de chiquito me decían “niño, recuerda que compartir es bueno”, ahora resulta que eso no es cierto, no sólo no es bueno, sino que es un delito, somos criminales. ¿Alguien encuentra el sentido en esto? Yo tampoco.

Si no están conformes con el ejemplo del software y las computadoras pasemos a otra rama de la industria, que tal la industria musical.

Yo actualmente tengo 23 años, nací en 1986, en esa época aún circulaban los viníles ¿alguien los conoce? ¿Sí? ¿No?, bueno para los que no, eran discos mucho más grandes que los CD´s actuales, eran negros y tenían pequeños surcos que era donde se almacenaba la música, está era “leída” por una fina aguja que hacía que se reprodujera el sonido, los discos tenían dos caras y en cada cara no cabían más de 10 canciones de 3 minutos cada una (y eso exagerando), como les decía, en mi época, aún circulaban los viníles e incluso los cassettes, pero también comenzaba la era del CD, el CD en su momento representó una mayor capacidad de almacenamiento, sin embargo también representó una supresión de la calidad de la música ya que la compresión de los datos hacía que algunos sonidos imperceptibles al oído humano fueran eliminados, estos sonidos imperceptibles conscientemente le daban un “no se qué, que qué se yo” a la música, si conocen a alguien que sepa en verdad de música seguro que les recomendará oír un disco en vinil y luego en CD, y estoy seguro que algunos notarán la diferencia.

Volvamos al punto, con la llegada del CD no sólo llegó una era de menor calidad en a música (técnicamente hablando) sino que también llegó una era de mayor facilidad para transportarla y para reproducirla, fue más o menos a mediados de los 90 cuando aparecieron las primeras quemadoras de CD para el público, yo tuve una y era un “armatoste” enorme, que parecía wafflera con la típica bandeja para el CD y que necesitaba alimentación externa para funcionar, literalmente parecía un horno y cuando oía que iban a quemar un disco en verdad me imaginaba cómo se horneaba jaja.

Pues bien, con el surgimiento de las quemadoras también dio inicio una era en la que copiar archivos era fácil, poco tiempo después llegaría un formato comercial que cambiaría mucho las cosas: el mp3, poco tardó la gente en darse cuenta que al igual que como se quemaban archivos de texto, hojas de cálculo, presentaciones, etc. también se podía hacer lo mismo con los archivos de música y no sólo eso, con mp3 la compresión era tal que no sólo “cabían” 12 o 20 canciones en un CD convencional sino que podían “caber” literalmente cientos de canciones, la historia reciente la conocen de sobra, llegó internet a nosotros los usuarios comunes y corrientes y surgieron las primeras comunidades dedicadas exclusivamente a la transmisión y distribución de archivos de audio, la industria musical comenzó a “poner el grito en el cielo”, sin embargo, era demasiado tarde, el fenómeno había llegado para quedarse.

Si aún no están cansados puedo hablarles de un último caso, la industria editorial, ésta ha sido la más renuente de todas a la adopción de las tecnologías para la difusión de obras, en parte porque el libro es un formato casi perfecto (es una experiencia muy agradable hojear un libro, subrayarlo, doblarlo, releerlo, etc.) y en parte por la experiencia vivida por la hermana industria musical (que hoy dice reportar pérdidas millonarias).

Sin embargo a últimas fechas hay un furor que comienza con el famoso e-Book o libro digital y no, a diferencia de lo que muchos piensan este furor no es producto del lanzamiento del iPad, es más el iPad ni siquiera es un lector de e-Books, las ventajas del libro digital son de sobra conocidas, en tu lector podrías almacenas miles o incluso millones de libros digitales (cargar con más de 3 libros en cualquier parte de la ciudad es un verdadero reto físico y mental para cualquiera, con esto podríamos olvidarnos del asunto), además estamos siendo ecológicos ya que ahorraríamos mucho papel, sin embargo ¿porqué el e-Book con todas sus bondades no da “el estirón” hacia la era digital?, la verdadera razón, la tienen las editoriales guardadas, como dije, temen al fenómeno que pasó con la música, no quieren que nadie lea sin pagar los correspondientes derechos, al respecto, próximamente será lanzada (si no es que ya está) la tienda de libros digitales de Apple, el costo por libro en teoría será estándar, pero no duden que en unos años lancen su servicio de renta de libros o algo parecido.

¿Cuál es el problema aquí? Que los libros, al igual que la música en últimos años tiene una serie de candados digitales llamados DRM, siglas para describir Digital Rights Management o Administración/Gestión de Derechos Digitales, estos candados lo que hacen es que nadie (salvo nosotros, los que en teoría pagamos por ese libro o esa canción) pueda tener acceso al archivo digital, esto ya está en funcionamiento, los DRM son los candados que funcionan para la música que compramos en iTunes, para los libros que compramos en Amazon, etc. ¿entonces qué pasa si yo quiero regalarle a alguien esa canción o ese libro que compré en una tiendita digital? Pues que simple y sencillamente no lo podré hacer porque no soy dueño de ese archivo.

Entonces lo que podemos observar aquí es que ahora nos dan menos por nuestro dinero, la doctrina legal de “la primera venta” (aquella en la cual al comprar un artículo x te apropias de dicho artículo y puedes hacer literalmente lo que quieras con él) está desapareciendo con la desventaja para nosotros de que no somos dueños de lo que compramos.

Al respecto hace poco oía que un gran productor norteamericano (la verdad no recuerdo si era Rick Rubin (que fácilmente podría pasar como primo de Richard Stallman jeje) pero creo que sí), quien decía que para cómo van las cosas, él veía que el futuro de la música estaba en servicios en la nube, es decir en servicios como Spotify, Last.Fm, etc. donde los usuarios sólo escuchan la música que quieren sin poder bajarla o compartirla, en teoría es muy cómodo, si ahora los formatos digitales nos ahorran espacio físico en libreros o estantes para cd´s y discos, con este paso a “la nube” también estaríamos ahorrando espacio en nuestros discos duros y unidades de almacenamiento sin embargo ese no es el asunto aquí, ahora lo que nos encontramos es que ni siquiera tendremos acceso a archivos que compremos, esto nos lleva al problema de sobre qué es de quién y qué podemos hacer con ese qué (parece trabalenguas, pero es un problema bastante grave y al que parece que vamos irremediablemente).

La “Apropiación” ¿qué es?, ¿con qué se come?, ¿para qué nos sirve?

Más arriba en el texto, dije una palabra que desde mi punto de vista es fundamental para entender todos estos fenómenos: la“apropiación” y es que por acceso a la tecnología hoy podemos hablar de que cada día más gente en todo el mundo tiene acceso a la información y a las tecnologías, sin embargo cuánta de esa tecnología es nuestra, “nuestra” en el sentido de apropiarnos de ella, en ese ramo, son cada vez menos los que pueden apropiarse de algo.

Y es que apropiarse no es el mero hecho de tener un objeto, conocimiento u objeto, para explicar mejor esto, les voy a poner un ejemplo, ustedes van a la librería y compran un libro x, en ese momento tuvieron acceso a esa “tecnología” que se llama libro, el acceso al mismo nos permite simplemente leerlo, pero qué pasa después, hay otros niveles en los que nosotros “accedemos” a ese libro, estos niveles los podría identificar como “niveles de apropiación”.

Una vez que leemos el libro, podemos tomar literalmente cualquier párrafo o fragmento del libro, y copiarlo en una hoja, en un archivo de texto, etc., ahí estamos en un nivel superior en el cual no sólo tenemos simple acceso al libro, sino que podemos tomar cosas de él.

Sin embargo ahí no para la cosa, una vez que hemos accedido y copiado partes viene un proceso bastante complejo (creo yo inexplicable) en el cual abstraemos partes del conocimiento adquirido en el proceso de “copia” y es así como llegamos a un nivel superior en el cual podemos interpretar ideas, es decir, no sólo accedemos y copiamos sino que además interpretamos esas ideas que en teoría vienen de alguien más.

Ahora bien, muy ligado a este último proceso, está el que considero más bello y que es el de la producción de nuevas ideas, es decir, ya accedimos, ya copiamos, ya interpretamos y ahora creamos algo, en el caso del libro, nos pasa a todos como estudiantes, primero accedemos a un texto, copiamos algunas partes que consideramos importantes, interpretamos esas ideas con nuestras palabras pero de ahí, podemos escribir nuestro libro propio.

El proceso que les acabo de describir no es nuevo, es algo que la humanidad ha venido haciendo desde su origen, y que ha ayudado al desarrollo colectivo de la humanidad, gracias al intercambio de ideas, de información y de conocimiento, se ha llegado al estado actual de la ciencia y la tecnología, pero no sólo en esas ramas sino que en general, cualquier rama del conocimiento ha seguido este proceso para su desarrollo.

Japón es un claro ejemplo no sólo de que este modelo de producción-copia-distribución-modificación de conocimiento existe, sino que es necesario para el desarrollo (en este caso de un país). Como muchos de ustedes sabrán, Japón no salió muy bien librado de la 2ª Guerra Mundial, como todo buen perdedor fue obligado a aceptar una serie de condiciones por parte de los vencedores, en este caso Estados Unidos, quien supo aprovechar ser el vencedor para favorecer sus intereses, políticos pero sobre todo económicos y fue así como mucha inversión estadounidense llegó tanto a la reconstrucción de Europa como en forma de imposición a los vencidos, esto hizo que llegara mucha tecnología norteamericana a Japón, ¿qué fue lo que hizo Japón?, pues primero tuvo acceso a esas tecnologías, luego copió esa tecnología, con sus (en ese momento) pocos o nulos recursos, sin embargo fue más allá y comenzó no sólo a interpretar esa tecnología sino a aprender de ella para posteriormente crear tecnología propia.

Al inicio, los productos japoneses eran de muy mala calidad (hoy el ejemplo con eso podría ser China, e incluso China ya ha llegado a un punto donde la calidad de sus productos ya compite a nivel mundial, es cierto gran parte gracias a la explotación irracional de sus recursos humanos, pero eso no está a discusión en este post), pero al poco tiempo esos productos no sólo llegaron al mismo nivel de la tecnología estadounidense sino que en algunos casos llegó a superarla. Hoy en día nadie puede negar el poderío económico de Japón, principalmente desarrollado gracias a su industria tecnológica, misma que ha crecido enormemente y se ha expandido a otras ramas.

Esto nos lleva a otro dilema actual, si en esencia el desarrollo (en este caso) tecnológico ha crecido gracias a la “Apropiación”, porqué cada vez más el fenómeno es a la inversa, es decir, con los controles y regulaciones que florecen actualmente (y de las que hablé un poco en el primer post) estamos limitando las capacidades de desarrollo.

Este proceso de limitación y restricción ha sido principalmente promovido bajo la idea de la propiedad intelectual y los derechos de autor, sin embargo el proceso de Apropiación está tan arraigado en la cultura humana que se la “ha dado la vuelta” a todas estas restricciones, esta evasión ha querido ser criminalizada y eso me lleva a hablar de los fenómenos de la piratería y la manera en la que podemos compartir hoy en día el conocimiento, sin embargo por hoy creo que es suficiente y les hablaré a más detalle sobre esos temas mañana.

Saludos.

comentarios
  1. […] en la miniserie de post que hice sobre La importancia y la necesidad de un código libre (partes I II y III) hablé sobre los costos de producción de los bienes y como éstos gracias a las […]

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